El lenguaje del referéndum

 02/10/2016 01:18 | Actualizado a 02/10/2016 02:25

La reforma del lenguaje es la primera medida que Confucio ponía sobre la mesa en el Libro XIII de los Anales para administrar un país. “Si se trata de gobernar una nación, lo más importante es la precisión del lenguaje”. El “referéndum o referéndum” de Carles Puigdemont es de lo más preciso en el fondo y lo suficientemente confuso en las formas para ganar diez meses de legislatura en Catalunya con la referencia de las urnas para concluir el proceso soberanista.

El presidente de la Generalitat colectiviza responsabilidades y riesgos al poner la arquitectura de la consulta en manos de Oriol Junqueras, que así acumula negociaciones abiertas con la CUP. Y vuelta a empezar. Porque Puigdemont quiere un referéndum “acordado o acordable”, y los anticapitalistas no están dispuestos a ir “tram­peando hasta a desobediencia final”.

Cumplido el guión de la cuestión de confianza –luz verde al president, ámbar a los presupuestos–, Josep Cuní preguntó al president en 8tv por ese “o referéndum” que el periodista se atrevió a calificar de “unilateral”. Puigdemont no esperó a que acabara la pregunta: “Yo no he hablado en ningún caso de unilateralidad”. Cierto. Pero la precisión en los términos empleados por el president se aleja de la precisión del contenido.

Puigdemont no quiere “de ninguna manera” otro 9-N, que arrancó como consulta y acabó como proceso de participación, aunque las consecuencias judiciales para Artur Mas sean las mismas. Puigdemont quiere un referéndum con una pregunta clara que sea vinculante y tenga consecuencias. Consecuencias políticas porque las personales –proceso judicial y amenaza de inhabilitación– pierden interés cuando uno ha decidido irse a casa. A partir de ahí, incógnitas y puntos suspensivos que deberá aclarar la Comissió Interdepartamental per al Desenvolupamet de l’Autogovern.

En cambio, el tono de la intervención de la diputada Anna Gabriel en el Parlament no dejaba lugar a dudas por la precisión de su lenguaje. La CUP dio su confianza a Puigdemont, pero no a su plan de diez meses. Mientras el president espera el milagro de Madrid, los anticapitalistas irán “llenando las trincheras de la unilateralidad”. Su frase anterior fue: “En el camino del pacto y la subordinación no nos encontraréis”. Está por ver si el mensaje a navegantes sirve igual para el referéndum pactado que Puigdemont mantiene sobre la mesa que para unos presupuestos de la Generalitat.

La imposibilidad de aumentar el gasto por la prórroga presupuestaria ha permitido al Govern reducir el déficit, pero las cuentas no pueden ser muy diferentes de las previstas para este año. Vuelve la sombra del aumento del IRPF a las rentas más o menos altas según quién las mire, las dudas sobre BCN World y el debate de las desprivatizaciones.

Aun así, “la sangre está en otra parte”, decían con alivio en el Govern. Y miraron al PSOE.