ENRIC JULIANA, Madrid 05/03/2016 03:08 | Actualizado a 05/03/2016 03:47El primer viernes de marzo se celebra en Madrid, muy cerca del Congreso de los Diputados, el besapiés del Cristo de Medinaceli. Una imagen popular. Una talla con el sello dramático y solemne de la artesanía sevillana. Jesús de Nazaret es presentado por Poncio Pilatos al pueblo judío. Aquella pregunta fatídica: “¿A quién queréis, a Jesús o a Barrabás?”. Hay mucha devoción en Madrid a ese Cristo, que hizo la campaña de África en el siglo XVII y fue apresado por los sarracenos. Liberado por los padres trinitarios –se pagaron 30 doblones de oro–, la ciudad de Madrid lo recibió con una gran procesión. A lo largo de todo el año, especialmente los viernes, miles de personas acuden a la basílica ubicada en la calle de los Duques de Medinaceli para pedir la gracia de Jesús a punto de ser entregado a la furia popular. Un nutrido grupo de señoras concluyó ayer la piadosa ruta en la acera de enfrente del Congreso, abucheando a los parlamentarios entrantes, preferentemente a los catalanes, a los socialistas y a los de Podemos. El diputado Pablo Iglesias les saludó con el puño en alto. Estampas de España. La sesión parlamentaria fue corta y comprimida. El pleno estuvo a punto de escaparse de las manos de las manos del presidente del Congreso. Patxi López, de Santurce a Bilbao, aún no le ha encontrado el punto a su nuevo puesto. Pedro Sánchez entró el martes en el debate de investidura con 130 votos y salió anoche de la carrera de San Jerónimo con 131 apoyos, gracias a Coalición Canaria. Ha fracasado, sí. Pero ha obtenido a cambio una notable proyección social –algunas encuestas lo certificarán este fin de semana– y un mayor apoyo en el interior de su partido, sin que pueda afirmarse de manera taxativa que en estos momentos tenga del todo asegurada la secretaría general del PSOE. Gabriel Rufián, diputado metropolitano de Esquerra Republicana, que ayer se estrenó como orador parlamentario, se lo recordó: “Problemas de convivencia, los que usted va a tener a partir de hoy en el PSOE”. Rufián tiene un estilo muy específico. (Conviene detenerse en este punto. El candidato socialista ha adquirido la costumbre de referirse a la cuestión catalana como “el problema de convivencia en Catalunya”, como si hubiese bofetadas todos las noches en las calles de Barcelona y Olot. No es una expresión casual. Es una estrategia propagandística. Catalunya reducida a conflicto civil interno. El neuropsiquiatra norteamericano George Lakoff, asesor del Partido Demócrata, ha provocado verdaderos estragos en la política española. Su teoría de los marcos mentales ha sido asimilada por directores de comunicación y jefes de estrategia con el mismo ardor con que las señoras piadosas del Cristo de Medinaceli abucheaban anoche a los diputados de izquierda. Hay muchos “marcos” prefabricados en los discursos de los políticos españoles y ayer quedó de manifiesto.) El marco de Sánchez: “Podemos prefiere a Barrabás”. Mariano Rajoy, con su estilo Romanones, irónico, cruel y barnizado de color caoba, remachó el suyo: “Sánchez es un pillo”. Según el presidente del Gobierno en funciones la fallida investidura del político socialista ha sido una maniobra para ganar tiempo y visibilidad pública con el único fin de asentarse como líder del PSOE. Pablo Iglesias reparó su marco y lo pintó de color de rosa. Falta le hacía. El miércoles cayó en la trampa que le tendieron los jabalíes del grupo socialista y estropeó su intervención con un exceso de agresividad. (Todo grupo parlamentario tiene un cierto número de diputados chillones, cuya misión es desestabilizar a los oradores de los partidos adversarios). Consciente del error cometido, Iglesias comenzó ayer su intervención como si fuese un monologuista del Club de la Comedia. Arrancó algunas sonrisas y acabó proponiendo el Pacto del Beso a Sánchez. Y votó no. (En los pasillos estampó dos besos en las mejillas de Miquel Iceta, a petición de este). Podemos se halla en una compleja fase de ajuste, entre el inconformismo, la política pop, el leninismo electrónico y el realismo posmarxista. Íñigo Errejón acudió ayer al Congreso con chaqueta. Albert Rivera, verdadero vencedor político de esta primera fase posterior al 20 de diciembre, alicató su marco: “Ciudadanos es gobernabilidad”. Rivera le dijo a Iglesias: “El Partido Comunista de España fue más responsable que ustedes en 1977”. Esos golpes duelen. Aitor Esteban dijo no al Gran Centro desde la ventana de Sabin Etxea. El PNV no regala nada y no es amigo de Ciudadanos. Esa negativa no se la esperaban los socialistas hace una semana. Hasta ayer mismo confiaron en una suave abstención. Francesc Homs está dispuesto a negociar. Se lo dijo al PSOE en sobiranès: “Si hay referéndum, facilitaremos las cosas”. Dos movimientos en uno. CDC se situa en la posición referéndum, para que no la monopolice Podemos, y recupera el léxico negociador. Convergència intenta regresar a su marco de toda la vida. En Semana Santa, el Cristo de Medinaceli sale en procesión. Grave, dramático y humillado por la furia popular. Hasta después de ese tiempo de exhibición y penitencia no habrá novedades sustantivas en la chillona e inquieta nueva política española. |