Bernie es de ERC

 05/06/2016 02:10 | Actualizado a 05/06/2016 02:46

Hace unos días, rondaba por los despachos de la Conselleria d’Economia un ejemplar de Discurso. La transcripción íntegra de una insólita intervención de Bernie Sanders en el Senado de Estados Unidos “sobre la codicia y de las grandes empresas y el declive de la clase media”. Más de ocho horas de monólogo en el que Sanders expuso el riesgo de desintegración de la clase media como consecuencia de la actuación de las grandes corporaciones y la política fiscal de la administración. El aspirante demócrata es una rareza política que ha convertido la causa progresista en algo más que una utopía en Estados Unidos, y en Europa lo toman como referencia y ejemplo para superar la crisis de la socialdemocracia. No es una sorpresa descubrir el libro bajo el móvil de uno de los colaboradores de Oriol Junqueras en plena negociación presupuestaria con la CUP. Desde ese discurso del 2010, la victoria de Sanders es haber desplazado el debate político hacia la izquierda añadiendo un ingrediente de esperanza en transformar el mundo, el sueño de la revolución. En eso está Esquerra.

La batalla de los presupuestos supera los compromisos postelectorales adquiridos por los cuperos con Convergència y Esquerra sobre el proceso independentista y se instala irremediablemente en el eje ideológico izquierda-derecha con perspectivas electorales. La CUP ha borrado de su lenguaje a Junts pel Sí y se opone por tierra, mar y aire a unos presupuestos que circunscribe en su retórica a CDC. Es Convergència y no el Govern que comparte con ERC, según los anticapitalistas, quien incumple la resolución de ruptura y su anexo social. Al mismo tiempo, la relación entre la CUP y el partido de Junqueras es constante y menos traumática que en presencia de los convergentes. ERC tiende la mano y CDC la aprieta. Junqueras ve en la izquierda anticapitalista un socio “fiable” y el president Puigdemont a los “destructores” del proceso soberanista.

Los republicanos están obligados a no perder de vista el eje de la izquierda, donde la confluencia de las fuerzas de Ada Colau, Podemos e ICV ha llegado para quedarse y, aunque aún sin estructura estable, son ya su principal adversario electoral. Las encuestas internas de los partidos para el 26-J evidencian que la distancia entre la apuesta de izquierdas apuntalada con la defensa del derecho a decidir aumenta respecto a la primera fuerza independentista, previsiblemente ERC. Junqueras puede certificar la victoria sobre la antigua Convergència pero, con la nueva por ubicar, la carrera se ha situado en el otro flanco ideológico.

De ahí que CDC ate los presupuestos al proceso soberanista y ERC a las políticas sociales y a una aspiración de fiscalidad más benévola con las rentas bajas. La confluencia presupuestaria en el Govern sólo tendría un mínimo común denominador en su fracaso: “La culpa es de la CUP”. Si el fin de la precaria estabilidad en el Palau de la Generalitat desemboca en elecciones, será ERC quien decida hacia dónde sopla el viento. Y si el huracán de izquierdas Bernie es más reformista que el soberanismo.