EDITORIAL

Colau y la ambigüedad

06/09/2016 01:08 | Actualizado a 06/09/2016 01:35

ADA Colau, alcaldesa de Barcelona, reiteró ayer que este año irá a la manifestación del Onze de Setembre. Pero, al tiempo, mostró sus reservas ante la posibilidad de celebrar un referéndum unilateral de independencia (RUI), porque este podría quedarse en una reedición del 9-N, sin validación estatal ni reconocimiento internacional.

Esta posición ambigua, en la que Colau parece hallarse cómoda, descontentó a unos y a otros. Dirigentes de Catalunya Sí que es Pot señalaron que la participación de Colau en la manifestación convocada por la Assemblea Nacional no será secundada por buena parte de sus seguidores. A su vez, voces del movimiento independentista acusaron a Colau de ser excesivamente tibia en sus apoyos a este. Y no sólo eso: sus movimientos –denuncian– obedecerían a intereses ocultos, como asegurarse apoyos para poder gestionar con mayor holgura el Ayuntamiento de Barcelona o, a más largo plazo, para una posible candidatura a la presidencia de la Generalitat de Catalunya.

Puestos a buscar las causas de lo que sucede, quizás lo primero sería recordar un hecho: la actividad política catalana orbita preferentemente alrededor de las reclamaciones del independentismo. Los pactos que puedan establecer las distintas fuerzas se basan en ambiciones nacionales, relegando a un segundo plano otras de cariz social o económico. Así llevamos años, asistiendo, entre otros fenómenos llamativos, a las alianzas entre formaciones que no sólo discrepan en el ámbito ideológico o de modelo de sociedad, sino incluso sobre la conveniencia de mantener o dinamitar el presente sistema político. No es de extrañar, en esta atmósfera polarizada, que algunos políticos hagan de la ambigüedad una moneda de cambio apreciada en bandos enfrentados. Colau es, en este sentido, una política hábil. Sabe que la ambigüedad le da réditos en el presente, que se los puede dar en el futuro y, simplemente, sigue cultivándola. El hecho de que muchos de sus votantes tengan las cosas más claras no parece preocuparla.

Sin embargo, quizás debiera preocuparla un poco más. Con mayor motivo si aspira a un segundo mandato municipal, como ayer anunció. Aunque vivamos en una época de pensamiento líquido, aunque el debate independentista parezca de importancia vital, aunque los políticos españoles tengan al país sin gobierno, creemos que la mayoría de los ciudadanos prefieren saber qué piensan exactamente quienes aspiran a ser sus líderes. De otro modo, el riesgo de que tomen decisiones comprometedoras a largo plazo atendiendo a criterios cortoplacistas es excesivamente elevado.