Pucherazo

A

hora mismo hay en el mundo miles de personas bien educadas, algunos con un nivel alto de estudios, que creen que la Tierra es plana. Es el caso, por ejemplo, de un tipo con más de 90.000 suscriptores en YouTube, al que Pedro Duque tuvo que pararle los pies hace un par de semanas. El tierraplanista, que es español, se hizo el sueco ante el comentario del astronauta.

–Me pregunto si hay alguien que se cree de verdad que la Tierra es plana. No como broma–, escribió Duque en Twitter.

La holorrealidad. Hay otros muchos casos igual de absurdos en los que grupos de individuos, escépticos, imponen su relativismo. Sólo ellos tienen derecho a decidir qué es verdad y qué es mentira. Así, la Tierra es plana,
las vacunas nos hacen enfermar y el próximo 21-D habrá pucherazo. Las teorías de la conspiración, libres del lastre de presentar pruebas que las certifiquen, proporcionan una narración más redonda y, para muchos, más satisfactoria. No obstante, esta tendencia tan frecuente nos deja, con perdón, con el culo al aire frente a todo tipo de mentiras.

Estos días de campaña está corriendo por los grupos de WhatsApp y por las redes sociales la idea de que el Gobierno falsee el resultado electoral. Publicitó tal sospecha el portavoz de ERC, Sergi Sebrià. Su partido, dijo, hará un “recuento paralelo” por si acaso hay “fraude”. Aquello olía a intoxicación preventiva. También el propio Junqueras, en un artículo en el diario Político, pidió que la Unión Europea supervise el escrutinio. A ellos se sumaron los activistas en internet, el fake multiplicó su efecto y en nuestro móvil sonó un bip.

Efectivamente la empresa que avanzará el recuento provisional la noche electoral es Indra, participada en un 18,7% por la Sepi (una sociedad estatal) y muy dependiente de los contratos públicos. ¿Y qué? Indra ha sido responsable de la gestión de recogida y difusión de datos provisionales de todas las elecciones para el Parlament desde 1999, incluido el referéndum del 2006. Ahora es sospechosa y antes no. Vaya. Además, el resultado definitivo en esencia se lleva a cabo de manera manual y física, en cada mesa electoral y ante la supervisión de los interventores, que son de todos los partidos. Sólo la complicidad de miles de personas, algo en realidad impensable, haría posible una manipulación.

Los que insinúan la posibilidad de un pucherazo llevan un tiempo repitiendo que la democracia es una farsa, que la Unión Europea es una farsa, que determinada clase política es una farsa, que la justicia es una farsa. Todo, de hecho, es una farsa. Incluso estas elecciones… Pero ¿y si los resultados del 21-D les permiten gobernar? El independentismo debería dejarse de visiones conspiranoicas y aferrarse al realismo, que falta le hace. Sólo en la holorrealidad la Tierra es plana.