Un mal día para Mas que revive 

el “procés”

El gesto in extremis del president en funciones ha servido de desfibrilador para que siga latiendo 

el corazón del soberanismo

 09/01/2016 19:29 | Actualizado a 09/01/2016 22:23

A principios de diciembre me contaron desde el entorno personal de Artur Mas que el president acabaría dando un paso al lado en el caso de que no hubiera otra alternativa para evitar nuevas elecciones en Catalunya y que descarrilara el proceso soberanista.

Estas últimas semanas han sido muy duras personalmente para Mas y así se ha evidenciado en las vehementes comparecencias públicas de los últimos cinco días donde se le notaba enfadado y dolido por el implacable veto que la mitad de la CUP le había impuesto. Pero el círculo se ha ido cerrando y en las últimas horas ya casi nadie de su entorno veía factible su continuidad al frente de la Generalitat.

No solo estaba en peligro el cargo de president sino que la convocatoria de elecciones suponía un alto riesgo para el futuro de CDC y para la propia figura de Mas que podía haber pasado a la historia, entre algunos sectores de la sociedad, como el político que había bloqueado el ‘procés’ por su ambición personal.

La decisión de Artur Mas es una derrota personal ante la CUP que pueden decir que se han cargado al president, aunque el precio que han pagado los anticapitalistas puede parecer alto (la dimisión de dos diputados, la asunción de errores en la negociación y disciplina de voto) y habrá que observar en los próximos días y semanas cuál será la reacción de sus bases muy divididas actualmente.

No obstante, cada uno dará su versión. Junts pel Sí seguramente explicarán que han desarticulado a la CUP integrando dos diputados en su grupo y obligándoles a firmar el compromiso de que no se alinearán con la oposición parlamentaria contraria a la independencia. Este acuerdo es un sapo difícil de digerir en una formación política poco dada a seguir disciplinas que no estén sometidas al control de sus asambleas. Por cierto, el acuerdo político anunciado hoy no ha pasado por ninguna asamblea.

Es verdad que para la CUP tampoco era una buena opción la convocatoria de elecciones y menos tras la fractura que había supuesto su negativa a investir a Artur Mas. El resultado electoral para los anticapitalistas hubiera sido malo si los comicios se hubieran celebrado en marzo, sin olvidar los efectos a nivel de los Ayuntamientos donde tienen representación.

Hoy es un mal día para Artur Mas que no ha cerrado la puerta a volverse a presentar a las elecciones al frente del nuevo partido que ahora se dedicará a fundar a partir de los cimientos de CDC. Su retirada como candidato a la presidencia de la Generalitat da oxígeno a este plan convergente y evita el descalabro que hubiera sufrido el partido que ha ganado todas las elecciones catalanas. En este sentido, Mas ha salvado los muebles personal y colectivamente como partido. Quizás este aspecto ha pesado bastante en las últimas horas previas a la decisión de dar un paso al lado.

No hay duda de que el sacrificio político que ha realizado tendrá réditos en el futuro tanto para él como para la formación que acabe liderando. La imagen del president que se sacrificó por el país será su principal baza.

El procés sigue vivo. Ha estado en la UCI y muchos le habían dado la extremaunción. Pero el gesto in extremis de Mas ha servido de desfibrilador para que siga latiendo el corazón del soberanismo. La investidura del nuevo president de la Generalitat, el periodista y alcalde de Girona Carles Puigdemont, y la constitución del primer gobierno independentista en Catalunya tendrá consecuencias en la política española que se debate para intentar elegir a un presidente. ¿Podrá esta nueva situación facilitar la gran coalición entre PP y PSOE como frente ante el separatismo? Ese capítulo se abre mañana mismo.