11/05/2018 00:56 | Actualizado a 11/05/2018 02:52 CARLES Puigdemont reveló anoche el nombre de la persona que ha designado para un cuarto intento de investidura como presidente de la Generalitat. Será Quim Torra, veterano activista y diputado reciente. Su nombre figuraba ya en la terna difundida días atrás de posibles candidatos “provisionales”, con opciones de ocupar la presidencia de la Generalitat durante un tiempo. En primera instancia, no estaba previsto que este nombre se difundiera ayer. Los dirigentes del PDECat viajaban anoche a Berlín, convocados por Puigdemont, cuando este compareció y leyó su declaración. La designación de Torra sigue un método que ya va adquiriendo carta de naturaleza en la política catalana, pero no por ello es de recibo: la selección del candidato decidida personalmente por quien le antecedió en el cargo. Es lo que hizo Artur Mas con Puigdemont, cuando le señaló como su sustituto. Y es lo que hizo el propio Puigdemont cuando llamó a Albert Ballesta para que le relevara en la alcaldía de Girona. Dicho esto, conviene recordar que han pasado ya cuatro meses y medio largos desde las elecciones del 21-D, que Catalunya sigue sin Govern y que el plazo para formarlo expira automáticamente antes de dos semanas. Desde esta óptica, el hecho de que se haya dejado de proponer a candidatos cuya situación judicial les hace inviables, como Puigdemont, Jordi Sànchez o Jordi Turull, es ya un avance digno de aplauso. Catalunya necesita cuanto antes un Govern que dé respuesta a las muy diversas urgencias del país y trace políticas de futuro para todos. Porque Catalunya ha padecido largo tiempo una estrategia dilatoria cuyos beneficios para el conjunto de la sociedad son más que dudosos. Quim Torra ha trabajado como abogado y editor. Fue breve presidente de Òmnium Cultural después de Muriel Casals y es diputado de JxCat desde el pasado enero. Su fidelidad a la causa independentista es conocida; incluso se ha expresado a veces en las redes con una vehemencia notable. También está probada su solidaridad ahora renovada con Puigdemont, puesto que, según dijo este anoche, el nuevo presidente será responsable de la “gobernación interior” de Catalunya, mientras que operará, probablemente allí donde esté Puigdemont, “un Consell per a la República”. Todo ello, en un periodo definido, de nuevo según Puigdemont, por la “provisionalidad”. La tarea de Quim Torra no será fácil, pero sí apasionante. Tiene ante sí una oportunidad histórica para intervenir sobre una situación muy compleja y mejorar las condiciones de vida de todos los catalanes. Para ello es necesario que recurra al diálogo político, que ayer ensalzó el propio Puigdemont, y que evite la línea unilateral que tantos destrozos ha producido en la escena catalana. Anhelamos conocer cuanto antes su programa, para cerciorarnos de que su actividad permitirá derogar cuanto antes el artículo 155 de la Constitución aplicado a Catalunya, restablecerá plenamente el autogobierno y carecerá de efectos indeseados para los líderes independentistas todavía presos. Obviamente, esa oportunidad concierne también al Gobierno central, que ante un candidato viable como Torra debe acelerar la derogación del 155 y tender puentes. Los precedentes no son en este sentido brillantes. Pero Rajoy reiteró ayer su disposición a abrir “un proceso de diálogo” con el futuro Govern catalán. Ese es el camino. Y conviene andarlo cuanto antes. |