El Jardín del Barranco

Madrid
11/07/2018 03:02

Toda España se ha enterado de que en los jardines del palacio de la Moncloa hay una fuente que inspiró versos de amor al poeta Antonio Machado. El gran público ha tenido noticia de que el poeta Machado tuvo un amor platónico en Madrid. Ocurrió poco antes de la llegada de la República. Ella se llamaba Pilar Valderrama y estaba casada.

Hija de la burguesía madrileña, era una mujer culta, acostumbrada al trato con los artistas. Conoció al poeta en Segovia, ciudad a la que Pilar se había retirado unos meses tras tener conocimiento que su marido le había sido infiel. Machado quedó prendado y ella le recordó que seguía siendo una mujer casada. En aquella época, los contratos eran indefinidos. Un amor platónico. Machado empezó a escribir poemas dedicados a una idealizada Guiomar. (Guiomar era el nombre de la esposa del poeta medieval Jorge Manrique). Se veían, hablaban y se escribían cartas, hasta que el marido de ella decidió que la familia se trasladase a la localidad portuguesa de Estoril. Décadas más tarde, aconsejada por la escritora Concha Espina, Pilar Valderrama decidió hacer pública su relación con Machado con un libro de memorias titulado, Sí, soy Guiomar, que se publicaría en 1981, dos años después de su muerte. Esta es la historia de la romántica fuente del palacio gubernamental, marco incomparable –como decían los documentales de antaño– de la muy comentada reunión entre Pedro Sánchez y Joaquim Torra.

La Fuente del Deshielo. Entre el entusiasmo de quienes en Madrid ya creen estar ante el eclipse definitivo del independentismo catalán, y la hostilidad de quienes en Barcelona temen que ese eclipse se llegue a producir, está floreciendo una literatura un poco naíf sobre el diálogo.

Empiezan a surgir diagnósticos apresurados sobre un presunto final del procés. Madrid es muy pendular. Algunos observadores pueden pasar del desprecio a la admiración a la velocidad del rayo. Hace dos meses, Pedro Sánchez era injustamente menospreciado ante el irresistible ascenso de Albert Rivera, que ya se veía presidente del Gobierno. Las tornas han cambiado y ahora Sánchez podría llegar a ser retratado como el gran estratega de la fuente de Guiomar por la brillante puesta en escena del lunes. Un espléndido trabajo de comunicación política que contrasta con la pereza del anterior equipo gubernamental en ese campo.

Nada es sólido hoy en España. Nada está resuelto. Nada se ha acabado en Catalunya. El calendario político y judicial de las próximas semanas y meses va a dificultar enormemente la distensión. El sendero es muy estrecho y los adversarios del entendimiento son numerosos, así en Madrid como en Barcelona. Apenas hay tiempo.

Falta menos de un año para la celebración de unas elecciones municipales y autonómicas extremadamente competidas que van a someter a todos los partidos –los viejos, los nuevos y los que asoman la cabeza– a una extenuante prueba.

Pedro Sánchez muestra la fuente de Guiomar al presidente de la Generalitat, Joaquim TorraPedro Sánchez muestra la fuente de Guiomar al presidente de la Generalitat, Joaquim Torra (EFE)

Es probable que haya elecciones autonómicas en Andalucía en otoño, con la consiguiente alerta para el discurso público del Gobierno, puesto que Sánchez necesita un buen resultado del PSOE andaluz, por muy malas que sean sus relaciones con Susana Díaz.

La política de deshielo provocará resquemores un tanto inesperados, como el de Ximo Puig y Mónica Oltraque ayer advertían que los gestos del Gobierno con Catalunya pueden acabar perjudicando a los valencianos. Inquietante señal de inseguridad de dos líderes políticos que hasta ahora habían enfocado la cuestión de Catalunya con luces largas. La inmediata decisión de Sánchez de congelar las negociaciones sobre el nuevo modelo de financiación autonómica, por miedo a meterse dentro de un peligroso avispero doce meses antes de un proceso electoral, ha dejado descolocado al autonomismo valenciano de centroizquierda, que lo fiaba todo a la reclamación económica ante el Gobierno Rajoy. A Ximo Puig, cuyas relaciones con Sánchez nunca han sido buenas, le acaba de explotar en las manos la Diputación de Valencia. Mónica Oltra, voz cantante de la coalición Compromís, que intuyó Podemos antes de que naciera Podemos, siente una creciente atracción por el regionalismo, una vez enfriada su buena sintonía inicial con Pablo Iglesias. El nerviosismo valenciano es muy significativo. Hay que prestar mucha atención a la Comunidad Valenciana, pieza clave de cualquier cambio sustantivo en el mapa político de España.

El camino es muy estrecho y la cuestión de Catalunya no tiene solución mágica. Sólo desde una radical aceptación de que no tiene solución, alguna cosa puede empezar arreglarse. Sólo desde la oscuridad puede encenderse la luz. Los adversarios de la distensión no se van a estar quietos, ni en Madrid, ni en Barcelona, pero hay una mayoría social a favor del diálogo. Ese es el dato clave. Hay mayoría social en favor de la distensión.

El Gobierno tiene prisa. Sánchez no dispone de todo el tiempo del mundo y sabe que el otoño será muy complicado. Tiene que intentar aprobar los presupuestos del 2019 con el voto de Podemos y la anuencia de Bruselas. Misión casi imposible. Entre octubre y noviembre puede comenzar el juicio a los dirigentes soberanistas procesados que se hallan en España, en prisión o en libertad provisional. La nueva fiscal general del Estado podría intentar matizar el enfoque de la acusación pública, pero también podría encontrarse con una severa resistencia de los fiscales encargados del caso. La autonomía de los aparatos del Estado se acentúa siempre en momentos de incierta mutación política.

El nuevo Gobierno tiene prisa, porque dispone de muy poco tiempo para cimentar un nuevo enfoque de la cuestión de Catalunya, que relance al PSOE como partido mediador.

Partido mediador, partido de las mujeres, partido de la libertad de costumbres, partido europeísta, partido comunicador... La estrategia está clara y el spot de la fuente de Guiomar, con Joaquim Torras, sinceramente satisfecho por el buen recibimiento, iba más allá de Catalunya. Sánchez ha comunicado a todo el país que España se puede gobernar de otra manera, mientras la joven promesa del Partido Popular, Pablo Casado, pide la ilegalización de los partidos independentistas

Es romántica la fuente de Guiomar. En el siglo pasado, cuando Machado y la señora Valderrama se citaban en aquel paraje de la Moncloa, el lugar era conocido como el Jardín del Barranco.